Como si de un viaje iniciático se tratase, semanas atrás he estado presenciando algunas actuaciones de un festival que no entra en las rutas más estandarizadas de los amantes del jazz contemporáneo. Se trata del Guinness Cork Jazz Festival en su edición de 2019.
Quizás a los avezados lectores de nuestra revista no os suene demasiado, pero esta congregación de locos aficionados al jazz que se encuentra en la ciudad de Cork al sur de la República de Irlanda logran montar un festival digno de ser visitado. Y digo esto porque, al menos en mi visita de este año, he disfrutado largo y tendido gracias a actuaciones conocidas y no tan renombradas que han logrado satisfacer mi incansable afán por descubrir músicas y músicos de talento en este recalcitrante mundo global.
Como todos los festivales que se precien, en Cork ha habido dos vocalistas excelentes que han deleitado a los amantas del jazz vocal sin discusión alguna: por un lado Kurt Elling un tipo con chorro de voz y unos registros con influencias claramente sinatrianas, y Martha Reeves una mujer absolutamente Motown que nos deleitó con un espectáculo plagado de clásicos con los que el respetable se implicó a extremos.
Por otro lado, tuvimos el placer de escuchar a un Linley Hamilton en formación de quinteto que demostró de forma sobrada que los trompetistas irlandeses poseen tanta calidad artística como cualquiera de las estrellas actuales del firmamento jazzístico en su instrumento. Un hombre del que el intocable Van Morrison habla maravillas y que expuso con creces los fundamentos de como se debe tocar en un quinteto con gran coherencia. Naturalmente, no puedo olvidar la actuación de Spiro Gyra que, como de habitual, dejaron el pabellón alto gracias a su experiencia durante cinco décadas pateándose todos los grandes festivales del mundo mostrando el camino del jazz fusión a muchos otros que han seguido su estela desde mediados de los setenta.
En fin, un festival muy recomendable, poco conocido e infinitamente más cálido de lo que muchas veces uno se espera que os recomiendo anotéis en vuestra agenda musical para próximas visitas. Recordad: a dos horas en autobús de Dublín, a finales del mes de octubre y en una ciudad acogedora y jazzística como la que más.
Olmo Harris