Músicos: Ibrahim Maalouf (trompeta), François Delporte (guitarra), Eric Legnini (teclados), Stéphane Galland (batería), Frank Woeste (teclados), Antoine Guillemette (bajo), Yann Martin (trompeta), Martin Saccardy (trompeta), Youenn le Cam (trompeta) Lugar: Auditorio del Kursaal. 51 Heineken Jazzaldia Fecha: 23 de julio de 2016 |
El trompetista franco-libanés Ibrahim Maalouf señaló al inició de su concierto en el Auditorio del Kursaal dentro de la programación del 51 Heineken Jazzaldia que “el jazz es una música para bailar”. A eso se dedicó durante la hora y media que duró su concierto.
Maalouf presentó ante un auditorio lleno a rebosar (1.800 almas estaban allí reunidas) su último proyecto; ‘Red & Black Light’, una propuesta que tiene como fin último hacer bailar y disfrutar al oyene. Y en Donosti lo logró en buena medida, y eso ya es todo un éxito, ya que, como es conocido, el público de la capital guipuzcoana parece más parte de un decorado estático que cualquier otra cosa.

Ibrahim Maalouf presentó un espectáculo de jazz totalmente inusual y brillante. (Foto: Distritojazz.com).
Desde el primer momento el trompetista se entregó a su fin y no paró de animar al público para que participarse del baile y a tocar la trompeta y los teclados con todo lo que tenía para levantar al público de sus asientos. Lo consiguió a medias, pero lo que sí logró fue que los allí presentes cantasen con él.
La propuesta que presenta Ibrahim Maalouf es radicalmente distinta a todo lo que se puede ver por el ancho mundo del jazz al menos en una faceta: su propuesta escénica, con un sorprendente y potente juego de luces es algo que no se ha visto hasta la fecha. Frente a las habituales luces discretas y minimalistas de los escenarios jazzísticos, el trompetista se presenta como si de un concierto rock se tratase. Y le funciona, y además muy bien.
El concierto arrancó con ‘Free spirit’, justo el tema que abre también el disco, y a partir de ahí el trompetista, junto con su amplio grupo de hasta ocho músicos aunque la formación, dependiendo del tema podía variar, desarrolló todo el disco ‘Red & Black Light’, con piezas como ‘Essentielles’, ‘Goodnight kiss’, ‘Elephants tooth’ y ‘Escape’.
Lo que Ibrahim Maalouf propone con este espectáculo es un jazz muy carnal, muy vital, muy de sudor; alejado de ese otro, mayoritario, que apuesta por la interioridad, la mirada introspectiva y en buena medida existencialista, y la soledad. Sin duda, quienes apuestan por leer a Kierkegaard o libros como ‘El mundo como voluntad y representación’, aquí no tenían su sitio. Es por ello que a los más ortodoxos jazzeros el concierto no les gustó nada y salieron por patas, aunque en honor a la verdad hay que decir que no fueron muchos.

En el concierto de Ibrahim Maalouf se demostró que la gaita, bretona en este caso, también es un instrumento jazzer. (Foto: Distritojazz.com).
Ibrahim Maalouf triunfó, dio uno de los mejores y, sin duda, el más exuberante, de los conciertos ofrecidos hasta el momento en la 51 edición del Heineken Jazzaldia. Pero pudo haber sido mejor, mucho mejor. ¿La razón?, pues que el cantante se empeñó en hablar en inglés cuando lo podía haber hecho perfectamente en francés. Alguien debía haberle dicho que Donosti está a menos de 30 kilómetros de la frontera con Francia y que una parte muy considerable de su audiencia en este concierto era francesa. Si lo llega a hacer de esta manera arrasa.
Y ya puesto en este orden de cuestiones de sacarle algún ‘pero’ al concierto: si lleva dos teclistas, ¿a qué viene que el propio trompetista también se ponga un teclado? ¡Que se dedique a tocar la trompeta!!, que lo hace muy bien.
Entre los músicos que le acompañan hay que destacar dos; el teclista belga Eric Legnini y el trompetista Youenn le Cam que al final del show mostró que la gaita, en este caso bretona, también es un instrumento jazzero. Para el recuerdo lo que hizo con ese instrumento.
Más conciertos como el de Ibrahim Maalouf se necesitan.
J.M.P.R.