Conexión con el otro mundo. Con un trío sin fisuras como Bandwagon no se puede uno despistar. Exige tanto y devuelve tanto que no hay excusas, no hay peros: tienes que recoger primero las sensaciones, y después ya vendrán los demás detalles.
Este ha sido nuestro estreno en la edición 2012 de este heroico festival que, a pesar de las dificultades, se empeña en salir a la palestra, año tras año. Lo que escuchamos en éste, nuestro estreno, fue lo que todo amante de la música en directo, y del jazz en particular, puede desear sobre un escenario. Puedo pecar de exagerado, ¿no? …..permítanme que dé rienda suelta a la emoción, por favor.
Creo que otras veces hemos hablado de esto: si un grupo consigue, mediante la técnica, la inspiración y el diálogo, exponer con nitidez una partitura compleja, estamos ante un grupo líder; estamos ante la vanguardia.
En la Nova Jazz Cava se encontraron todos esos ingredientes en un set doble, en el que hubo muchísimos detalles. Muy enchufados desde el primer segundo del concierto, los Bandwagon dieron un somero repaso a las piezas que forman parte del disco “Ten”, editado en 2010 y con el que celebraron diez años de feliz unión. Lo hicieron con una exposición formidable en cada una de ellas, pues las vistieron, una a una, con una introducción grabada, unas veces abrazando la tradición (Billie Holliday, Thelonious Monk), otras conectando con el ragtime, el swing o el bop (Roy Haynes), y otras en las que se respiró hip-hop o electrónica sin ningún complejo. Todo con un gran acierto. Como si un auténtico puzzle encajara ante nuestros oídos, el grupo se iba incorporando a cada grabación con tranquilidad, con pericia, hasta que la grabación se desvanecía.
El rendimiento de los solistas fue sin embargo el aliciente principal. Totalmente desinhibidos, soltaron amarras para combinar crescendos vertiginosos con pianísimos turbadores, bajo patrones del blues, del swing o del free. Jugaron sin barreras, subiendo y bajando, corriendo y navegando, sacando a relucir un gran trabajo previo en la sala de ensayo. Diez años, toda una vida. Nasheet Waits puso literalmente música a platos y timbales, en una demostración de cómo puede cantar una batería; siempre metida en el meollo, siempre respetuosa, siempre liderando y escuchando a sus partenaires. A su lado un metrónomo humano llamado Tarus Mateen, un bajista singular no tan solo por su instrumento, -un bajo acústico con cuerpo de guitarra, que toca con la técnica del contrabajo-, sino también por su perfil de compositor. Y como no, Jason Moran, un pianista ecléctico y camaleónico, un músico audaz que sabe que va por delante, pero que no se le nota.
Todo fue tan natural como una conexión con el otro mundo, el mundo del que venimos y también hacia el que vamos. Mi mundo y el otro mundo, pensará Jason.
Miquel Bricullé
Músicos: Jason Moran (piano y grabaciones); Tarus Mateen (bajo acústico); Nasheet Waits (batería) Lugar: Nova Jazz Cava. Terrassa (Barcelona) Fecha: 14 de marzo de 2012 |