Músicos: Charles Bradley (artista), Carlos Sanchez (batería), Vincent Chiarito (bajo), Frederick DeBoe (saxo), William Aukstik (trompeta), Benjamin Trokan (guitarra), William Schalda (órgano) Lugar: Escenario Verde. 51 Heineken Jazzaldia Fecha: 24 de julio de 2016 |
Si hay una cuestión que no acabamos de aprender los humanos esa es que no hay que crearse expectativas de nada ni de nadie. Pero no. Siempre acabamos equivocándonos y esperamos algo importante de algunas personas, en este caso artistas.
Un colega me comentaba que si había que recomendar un concierto a ciegas en función del programa del 51 Heineken Jazzaldia ese era el del cantante Charles Bradley, habida cuenta de la calidad de sus tres discos, plagados de soul doloroso, ardiente y vital. Y es que Bradley, es, ahora mismo, la gran voz del soul clásico, de ese que remite a Sam Cooke, Otis Reding, Sam & Dave y, sí, por supuesto, a James Brown.
Así que sí, la expectativas por ver y escuchar a este hombre eran muchas, y la posibilidad de que triunfase en el Escenario Verde del Heineken Jazzaldia era también elevadas, habida cuenta del éxito que cosecharon en ese mismo escenario Sharon Jones, Lee Fields y, en otro estilo, George Clinton con sus Funkadelic/Parliament. Y va y no.

El cantante de soul Charles Bradley con sus His Extraordinaries. (Foto: Djazz).
A ver, no es que Charles Bradley hiciese un mal concierto, que no cantante algunas de sus canciones más emblemáticas (‘Confusion’) y que no interpretase buena parte de los temas que componen ‘Changes’ su último disco (‘Nobody but you’, simplemente es fantástica se cante como se cante), pero le faltó eso que él hace: soul.
A pesar de que la banda que le acompañaba, sus ‘His Extraordinaries’, sonaron muy correctos (por cierto, como sucede con este tipo de cantantes todos blancos y menores de 30 años), a Bradley le faltó ese punto necesario para hacer las cosas por su sitio.
Bradley, que cuente con 68 años (su primer disco lo grabó con 62 tacos), bailó, mal, y se movió peor. El, que ahora es ya parte de la historia del mejor soul, no debiera ya seguir imitando, entre mal y muy mal, a James Brown. No merece la pena que lo siga intentando, porque James Brown sólo hubo uno y es inimitable.
Eso sí, la voz de Charles Bradley, sigue siendo abrumadora y aunque al final del concierto se dejó abrazar por todo el que estaba en las primeras filas (ni al Papa el abrazan de esa manera sus feligreses), no tuvo el detalle de ofrecer un bis, y es que su guardaespaldas, manager o lo que fuese, se lo llevó a toda pastilla del escenario.
Y sí, seguiremos creándonos expectativas en el futuro.
J.M.P.R.