Músicos: Gloria Gaynor (voz), Ana Liriano (voz), Harvey Hubert (voz), Anissa Hargrove (voz), Kiku Collins (trompeta), Jonathan Arons (trombón), Nik Carter (saxo), Stylianos Kalisperides (guitarra), James Clarke (bajo), Goziam Okogwu (teclados), Godfrey Sehindemi (batería). Artista invitado: Coro Easo – Araoz Lugar: Escenario Verde. 51 Heineken Jazzaldia Fecha: 21 de julio de 2016 |
Si habría que calificar en dos palabras lo que sucedió con el concierto que Gloria Gaynor ofreció durante la celebración del Jazz Band Ball del 51 Heineken Jazzaldia sólo podría ser: im-presionante.
Hay conciertos que su interés no radica especialmente en la música si no en el carácter sociológico que conlleva. Y el de Gloria Gaynor fue uno de esos conciertos.
Asi que por partes. En, digamos, la parte sociológica (sin ninguna pretensión científica), el concierto fue de los que hacen historia: miles de personas, de todas las clases sociales y razas, ocupando cualquier espacio, por inverosímil que fuese, se congregaron para escuchar a la cantante. Y lo disfrutaron verdaderamente.

Gloria Gaynor en plena actuación en el 51 Heineken Jazzaldia. (Foto: Distritojazz.com).
No dejó de ser sorprendente el poder de convocatoria que ha tenido esta mujer de 66 años, habida cuenta de que en los últimos años de su carrera no ha estado precisamente en el top de nada. O planteado de otra manera: el pasado, lo vintage que dirían lo tontolabas modernos, vende. Y mucho. También es cierto que todo se podría mirar desde otras perspectivas: De que todo tiempo pasado fue mejor y que andamos a la busqueda del tiempo perdido.
Un dato llamativo; entre el público hubo muchas personas mayores (más de 60 años) que disfrutaron verdaderamente de lo que allí se vio y escuchó. Conclusión: cuando a las personas de más edad, por así decir, a los jubilados, se les presentan propuestas atractivas o de su interés, también se movilizan. Los tiempos han cambiado radicalmente.
En la parte musical el concierto fue una suerte de popurrí de éxitos propios y ajenos pasados todos por arreglos en plan soul-disco. Unos arreglos, que dicho sea de paso, igualaban bastante todas las canciones.
Tras una breve introducción de su potente banda, que hizo lo que se puede esperar de profesionales muy curtidos, apareció en el escenario Gloria Gaynor embutida en una suerte de traje espacial de color plateado. Como esto no es una web de moda, no hay más comentarios al respecto.

El público se entregó sin reserva a Gloria Gaynor. (Foto: Lolo Vasco/Jazzaldia).
Gaynor arrancó con ‘Goin out of my head’, que ya puso al personal a dar saltos, y a partir de aquí sonaron grandes éxitos propios y ajenos, aquí sí se puede decir esto sin que a uno le de vergüenza propia y ajena la expresión. Entre los primeros ese fantástico ‘Never can say goodbye’, que fue arrasador lo que hizo entre el público. Y entre los segundos, que se llevaron la parte del león de la actuación, ‘My first my everything’ un maravilloso guiño a Barry White, ‘Killing me softly with his song’ que popularizó Roberta Flack, el ‘ Every Breath you take’ de Police, y el ‘Got to be real’, que dejó para la memoria Cheryl Lynn, o un bonito medley de canciones de la gran Donna Summer. Con esto esto en el escenario era difícil, muy difícil fallar. Y Gloria Gaynor no falló.
La parte menos interesante del concierto, que la tuvo, fueron sus canciones cristianas, a pesar del apoyo de la parte más joven del Coro Easo.
Y para el final dejó su mítico, su incombustible, ‘I will survive’, un verdadero himno intergeneracional que pervive año tras año y que siempre suena nuevo. Y lo que allí sucedió fue la hostia, con perdón; cientos de smarphones se alzaron al cielo para documentar ese momento y lanzarlo al mundo a través de todos los medios online posibles. El nuevo mundo. Y todos bailando con los brazos en alto y dando palmas.
Sí, Gloria Gaynor protagonizó un concierto verdaderamente inolvidable.
J.M.P.R.