«El jardinero y la muerte» es la última obra del escritor búlgaro Gueorgui Gospodínov (7 de enero de 1968. Yambol, Bulgaria), de lejos el mejor narrador de su país, tal y como demuestran relatos como «Las tempestálidas» y «Acerca del robo de historias y otros relatos», además de sus innumerables premios y reconocimientos.
Antes de continuar y para no llevarnos a engaños; «El jardinero y la muerte» no es una lectura ni para cualquier lector ni para leer de cualquier manera. Y es que este es un ejemplo paradigmático de literatura del duelo.
Podría ponerme epicúreo y escribir que esta es una narración sobre la vida y tal. Pero no. Es un relato triste, a veces incluso ((ansioso)), pues lo que Gueorgui Gospodínov narra son las últimas semanas de la vida de su padre. Y nos pongamos como nos pongamos eso no es un canto a la vida y, como se puede apreciar por el tema, no apto para todas las sensibilidades.
Es más, este libro tiene la peculiaridad de haber sido gestado in situ, esto es, desde la cama del hospital en la que el padre agonizaba. No hay pues engaño sentimental posible, o al menos no debiera.
Escrito lo anterior, «El jardinero y la muerte» es una obra, gracias a una prosa diáfana, de una transparencia leve y a una honestidad cruda, profundamente personal que trasciende el relato autobiográfico para convertirse en una meditación sobre el duelo, la memoria y la vida misma.
El libro se estructura en capítulos breves que alternan entre el presente de la enfermedad y la muerte del padre y los recuerdos de la infancia y juventud del autor en la Bulgaria socialista.
La primera mitad del libro, centrada en los días de hospital y el deterioro físico del padre, mientras que la segunda se sumerge en anécdotas del pasado del padre, del que no sabemos su nombre, y de él mismo.
Y ahí en medio aparece la represión comunista (¿cómo sigue siendo posible que todavía exista alguien en el mundo que se declare comunista?), las relaciones paterno filiales, ty muchas cosas más.
Y ojalá todos los hijos pudieran decir de sus padres ««Mi padre era jardinero. Ahora es jardín».
Y hasta es posible que llores.
Vale.
Editorial: Impedimenta Páginas: 220 Año: 2025 Traducción: María Vútova |